OPORTUNIDADES

 

Por: JLNicky

 

 

 

 

Descargos: No lo leas en el trabajo. Y date cuenta que algunas personas son tan estrechas de miras que son incapaces de ver la belleza y la magia que existe en el amor sin importar si es entre mujeres o no.

 

Envía tus comentarios a: JLNickymaster@aol.com

 

Traducido por: Saphic Nebulae

Saphic_Nebulae@sympatico.ca

 

 

Entró en el elevador y trató de acomodar sus cosas. Sus brazos cargados con su portafolio de bocetos, haciendo malabares con los tres tubos de planos buscando una posición más cómoda para que no se le cayera nada. Echó una mirada a las paredes de cristal grabado del elevador, las cuales le devolvieron su imagen con los cabellos del frente todos alborotados. Resopló con fuerza hacia arriba para tratar de acomodarlos pero pareció que eso los dejó peor. Justo cuando las puertas del elevador empezaban a cerrarse una mano las interceptó para evitarlo.

 

—¡Sí, lo sé! Házlo de todas maneras. El plan es vencer a la competencia, no trabajar con ellos —la voz de la mujer puntualizó.

 

Sandy se volvió para ver a la mujer de negocios que sostenía la puerta con una mano y el celular con la otra.

 

Sandy intentó mirar para abajo, hacia su muñeca, para ver la hora. Movió su mano ligeramente y casi tiró todas sus cosas. La mujer con el teléfono alzó la vista brevemente mostrando una arqueada ceja y unos ojos de un profundo café. Sandy sintió el sonrojo subir a sus mejillas junto con un dejo de enojo creciente. Sabía que había llegado temprano a su cita, y bien podía perder unos minutos sin problema, pero que al menos se hubiera molestado en preguntar si no la demoraba, hubiera sido lo correcto.

 

La mujer siguió su conversación manteniendo las puertas abiertas.

 

—Sólo hazlo, Harry. Ya le he dado un vistazo y es un excelente trato. Los abogados estarán de acuerdo siempre y cuando cumplamos con el límite del plazo. Estoy en un elevador, te hablo después del medio día. Si no me localizas a mí, habla con Alice. Te estaremos esperando.

 

Bajó la mano, cerró el teléfono y lo deslizó en la bolsa interior de su chaqueta, entró al elevador con gracia. Sandy sintió un poquitito de envidia ante los movimientos felinos de la extraña. Su apariencia entera proyectaba elegancia y eficiencia a gritos. El traje sastre azul marino era el complemento perfecto para su piel bronceada y su rojizo cabello. De reojo Sandy vio el reflejo de su propia imagen y susurró por lo bajo: —Mierda.

 

En el silencio total que reinaba en el elevador su exclamación se escuchó tan claramente como si fuera una campana sonando. La mujer junto a ella se limitó a mirar al frente sin decir palabra.

 

Sandy acomodó sus bultos y sintió como uno de ellos amenazaba caerse. Con la punta de los dedos logró sostenerlo apenas, se mordió el labio, reclinándose contra la pared para intentar hacer un poco de presión en el paquete para que no se le cayera.

 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz divertida. Sandy miró a su compañera de elevador para contestar, pero ese leve movimiento hizo que todo se le cayera. Gruñó frustrada cuando el "chisme" de cosas se le deslizó al suelo. Casi se golpea la cabeza con la otra mujer cuando ambas se agacharon a recogerlas.

 

—¡Gracias! —dijo a la par que levantaba los desperdigados bocetos que se le salieron de su portafolio de piel. ¿Por qué no cerré el cierre? pensó frustrada consigo misma. La mujer tomó uno de los bocetos, deteniéndose un momento para observarlo antes de entregárselo. Ese boceto en particular era con el que esperaba impresionar al "Señor Entrevistador". Guardó el boceto en su portafolio, y recargó el mismo cuidadosamente contra la pared del elevador, cerrándolo. Agradeció de nuevo a la mujer, tomó los tubos que ella le extendió y los puso bajo su brazo. Volviéndose inspeccionó la fragmentada imagen que los espejos circundantes le devolvían. Los ojos de la mujer sonreían cuando Sandy hizo contacto con ellos a través de los espejos.

 

Sandy sintió que se sonrojaba nuevamente y suspiró. Devolvió la sonrisa a la mujer por medio de los espejos y sacudió la cabeza.

 

—Tengo una importante entrevista con algún "macho mandamás". Estoy un poco nerviosa. Creo que debo tener hasta el fregadero de la cocina por algún lado.

 

La mujer se soltó a reír con ganas. Sandy sintió como un escalofrió le recorría en pura reacción. "Contrólate" se dijo a sí misma, atusando sus alborotados mechones intentando hacer que se vieran acicalados. "¡Esta mujer esta fuera de los límites para una artista lesbiana! ¡Probablemente ya esté casada o saliendo con alguien!" Sandy volvió a mirar brevemente la imagen reflejada de la mujer mientras se daba vuelta para quedar frente a la puerta. Su gay-dar* sin embargo no dejó de parpadear.

 

—¿A qué piso vas? —una risita se escapó de los labios de la mujer mayor después de que Sandy volviera a mascullar "mierda" suavemente. El elevador no se había movido.

 

—¡92, por favor! —la mujer alargó la mano hacia los botones y pulsó el 92 y el 93. El elevador comenzó a ascender. Sandy notó los largos y delgados dedos y un pequeño anillo de oro en el meñique. Un nuevo sonrojo acudió a su rostro, bajó la vista hacia los tubos que sostenía y contó hasta diez.

 

—¿Te entrevistarás con alguien en particular? —preguntó cortésmente entre el zumbido del elevador.

 

Sandy tosió y colocó uno de sus mechones de cabello rubio tras su oreja, deseando que el sonrojo ya hubiese desaparecido. Levantó la vista para toparse de nuevo con la mujer, volviendo a notar su perfecto corte de cabello y hermosas facciones.

 

—Con un tipo llamado Charlie. Él tiene la última palabra sobre mi trabajo y después de eso podría pasar a ser una idiota más trabajando... —Sandy sonrió y luego hizo una mueca, seguía sintiéndose muy nerviosa. El mero pensamiento de saber que un completo extraño estaría criticando su trabajo hacía que sintiera mariposas en el estómago.

 

—¿Eso es un castigo, es decir trabajar? ¿Acaso no es el propósito de salir a buscar un trabajo? —una ceja permaneció enarcada todo el tiempo que replicó a la queja de Sandy.

 

Sandy, que estaba más atenta a sus mariposas, no entendió el comentario a la primera. Después de una pequeña vacilación sacudió la cabeza al comprender.

 

—¡Que dije... oh, sí... una idiota trabajando sería grandioso! Adoro lo que hago. ¡Pero realmente estoy muy nerviosa por las críticas! ¡Ya sabes... un completo extraño mirando tu trabajo, diciéndote qué esta bien o qué esta mal, o de plano decirte que apesta! Es como les plazca. Yo sólo espero que el tipo que me vea esté abierto a mi estilo —su voz bajó una octava, mientras observaba el ascenso del elevador más lento del mundo. Miró su reloj de nuevo y vio que seguía siendo temprano. Odiaba llegar tarde.

 

Notó que la mujer la miraba por el rabillo del ojo y se volteó presurosa.

 

—Tienes una pestaña justo ahí —dijo señalando ligeramente su propia mejilla. Sandy observó cómo el dedo de la mujer rozaba la suave piel. Sintió como si su entrepierna se derritiera. Controlar su sonrojo era algo imposible dado el color rosa brillante que adquirió. Ella sabía que lucía como un nabo con cabello rubio y bajó la vista para ajustar su carga en una posición más confortable una vez más. Contar hasta cien no le habría ayudando en nada. Una mano entró en su visión periférica sosteniendo un espejo de bolsillo.

 

Ella lo tomó agradecida y lo abrió para poder quitarse la inoportuna pestaña. Rápidamente levanto la vista para encontrarse con la imagen que proyectaban los cristales, deseó no haberlo hecho. Ella le sonría maliciosamente, parecía ligeramente coqueta. Sandy bajó la vista de nuevo hacia el espejo y lo cerró despacio.

 

Se lo regresó a la otra mujer y sus manos se tocaron brevemente.

 

—¡Me alegra haber ayudado! —su voz sonaba algo ronca en los oídos de Sandy. Levantó la vista justo en el momento en que la campana del elevador sonaba anunciando la llegada al 92avo piso. La mujer mayor miró hacia el tablero digital arriba de los espejos y suspiró.

 

Sandy aprovechó ese momento para recoger sus bocetos. Estuvo a punto de invitarla a salir. ¿Qué demonios estaba pensando?

 

Las puertas se abrieron y un enorme mostrador las recibió. Sandy salió del ascensor pensando que la otra mujer permanecería en él. Ella la siguió después de un momento, alcanzando a Sandy. Encogiéndose de hombros mentalmente, Sandy se volvió para agradecerle una vez más.

 

—De nada. Buena suerte en tu entrevista con el "mandamás" ¡¡He oído que puede ser rudo!! —sus ojos escondían un secreto que Sandy no pareció comprender. De repente un terrible presentimiento se ancló en su estómago. Se volvió hacia el mostrador donde una enorme y maternal mujer la esperaba sosteniendo varias formas rosadas y mirándola sonriente. La mujer que seguía a Sandy dio un paso al frente hacia la mujer maternal y sonrío pícara.

 

—Gracias Alice. ¡Qué haría yo sin ti. Espera una llamada de Harry acerca de ese trato de conversión, y muéstrale a esta señorita el salón de conferencias. Ahora vuelvo. Sólo voy a dejar estas formas a Bob arriba —le dijo a Alice, alías "la abuela", quien asintió con una sonrisa y miró a Sandy que estaba junto a ella.

 

—Lo que quieras Charlie. ¡Sólo sigue pagándome con los grandes!

 

Charlie se volvió hacia Sandy, riendo ante las pálidas facciones de la joven. Echó su cabello hacia atrás, mirando casual hacia las formas rosadas en su mano. Sandy sintió como que el piso se convertía en arenas movedizas y que la estaban tragando.

 

—¿Tú eres Charlie? —se encogió de hombros visiblemente. Charlie recorrió a Sandy de arriba a bajo. Cabeceando, y con risa contenida en sus ojos se dirigió de nuevo hacia las puertas de los elevadores que ya amenazaban cerrarse.

 

Sandy vió como Charlie entraba en el elevador sosteniendo las puertas con una mano. La miró con descaro y sacudió su cabeza como si necesitara sacudir una idea.

 

"¡Adentro por diez centavos, adentro por un dólar!" solía decir su abuela.

 

Sus ojos se encontraron brevemente. Sandy se sonrojó violentamente y decidió tomar el toro por los cuernos.

 

—¡Eres demasiado hermosa! ¡Nunca lograré concentrarme en mi trabajo contigo alrededor! —dijo Sandy en tono seco y con un poco de remordimiento en su rostro. Charlie arqueó una ceja. Echó su cabeza hacia atrás y empezó a reír con ganas. Sandy sólo se estremeció una vez más.

 

—¡Tú también eres hermosa! Una cosa más que tenemos en común —sus ojos mostraron que la atracción era mutua mandando un excitado estremecimiento al cuerpo de Sandy.

 

—¿Despliegas esos bocetos para que los pueda ver mejor? Regreso en seguida.

 

Las puertas del elevador se cerraron nuevamente, más rápido de lo que Sandy creyó que eran capaces. Dejó de mirar las puertas como embobada cuando escuchó una voz carraspear detrás de ella. Dar la espalda a las puertas cerradas le produjo una especie de dolor. Encontrarse con las cejas arqueadas de Alice le hizo sacudir la cabeza tratando de aclarar sus ideas.

 

—La señorita Brent regresará enseguida. Vamos, así acomoda sus cosas en el salón de conferencias, ¿me sigue? —Alice le indicó a Sandy que la siguiera hacia abajo del corredor cercano. Sandy asintió y sintió un momento de pánico al sentir que su carga amenazaba con caerse de nuevo.

 

—A ver, déjeme ayudarle —dijo de buena gana Alice tomando los tres tubos. Sandy dejó escapar un enorme suspiro y sonrió agradecida.

 

Entraron a una pequeña pero espaciosa sala de conferencias con varios caballetes y sus muestras de arte o gráficos. Sandy se sintió más tranquila ante la vista. Estaba enojada por su garrafal metedura de pata con Charlie Brent y consideró que su trabajo era historia, pero al menos sería capaz de mostrarle en qué estaba trabajando.

 

La empresa había sido su primera opción para aplicar, considerando que los diseños de sus trabajo caían dentro de la esfera del arte. Asimismo tenía otras tres entrevistas de trabajo concertadas para esa misma semana. Cada una de esas compañías tenía un excelente historial de diseño en el cual ella podría encajar sin problemas.

 

Empezó arreglando sus dibujos en blanco y negro en un lado de la inmensa mesa de exhibición, a la cabecera de la misma, y separó los de color para colocar en los exhibidores de los costados, que atraían la luz de las ventanas. Si a Charlie le gustaba algo de lo que viera, Sandy podría conseguir propaganda gratis para cualquier contrato que la empresa consiguiera en el futuro.

 

Mientras terminaba de arreglar unos cuantos retratos de color en un clip visor, escuchó abrirse la puerta. Mirando por encima del hombro, vio que Charlie y Alice entraban a la habitación. Alice llevaba una bandeja de servicio con café y galletas. Charlie mantuvo la puerta abierta mientras ella balanceaba la charola al final del cuarto donde estaba Sandy.

 

—Tomaré tus mensajes durante la próxima hora. Si necesitas algo solo llámame —dijo Alice después de arreglar la mesa. Se dio la vuelta y salió cuando Charlie le dio las gracias.

 

Sandy se quedó con los brazos cruzados, y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, relajó su postura defensiva y se movió a donde Charlie estaba preparando una taza de té. El movimiento de sumergir la bolsa de té por alguna razón era tranquilizante.

 

Le puso una cucharada de azúcar y vació un poco de crema en la taza, luego revolvió hasta que quedó de color café claro. Levantando la taza a sus labios invitó a Sandy a que se sirviera. Sandy estaba desbalanceada mentalmente con el deseo de mirar los labios de Charlie tocar la orilla de la taza. Regañándose mentalmente, miró hacia abajo y se sirvió una taza de café con azúcar.

 

Charlie se alejo mientras preparaba el contenido. Sandy alzó la vista para ver a Charlie estudiando los dibujos de cerca. Se movía entre los diseños en blanco y negro lentamente, mirando las líneas y las formas. Sandy sacó una silla y se sentó débilmente. Por razones de pura atracción deseaba impresionarla salvajemente. Una imagen muy real de la araña y la mosca entró a su mente. Trató de reprimir una risita nerviosa.

 

El silencio en el cuarto estaba empezando a desenmarañar los nervios de Sandy. Tomó su té y estudió cuidadosamente a la mujer.

 

Tal vez había una diferencia de cinco años en sus edades, pero era algo difícil estar segura. Su control obvio y presencia dominante, junto con sus rasgos exquisitos, hacían difícil calcular su edad. Sandy acariciaba suavemente la taza de té mientras pensaba en eso.

 

—¿Qué hizo que cambiaras este diseño? —preguntó Charlie mientras delineaba con el dedo parte del diseño que Sandy había marcado. Sandy se levantó y se acercó. Miró el dibujo y sacudió la cabeza.

 

—No está cambiado. Es un diseño entre otros dos diseños. Todo el efecto tiene un aspecto tridimensional —movió uno de los estampados de color a un lado. Desprendiéndolo cuidadosamente lo mantuvo contra la luz.

 

—Este es el estampado terminado con los tres revestimientos. Dependiendo de cómo lo mueves cambia de diseño. Ladeó el dibujo lentamente dejando ver los cambios que ocurrían.

 

—¡Aaaahhh! —Charlie la felicitó sin decir palabra. Su apreciación se manifestaba en tonos satisfechos. Con una pequeña sonrisa en los labios tomó la imagen y la ajustó ella misma.

 

—Usé mi computadora para realzar los revestimientos y mezclar el color. He escrito un programa para encontrar un balance adecuado de modelos de modo que múltiples ejemplos puedan ser creados sin tener que volver a empezar el diseño de nuevo —comentó Sandy señalando a otro diseño cerca. Charlie miró hacia otro diseño un poco diferente y los sostuvo lado a lado.

 

La diferencia era muy pequeña pero lo suficientemente obvia como para notarse. Charlie cabeceaba al cambiar el ángulo del primer diseño de nuevo.

 

—¡Eso es fantástico! He visto algunas sedas que son menos efectivas que estos diseños —Sandy asintió con la cabeza. Eso fue lo que la hizo empezar el laborioso trabajo de mezclar los diseños. Un diseño de seda mal hecho había capturado su atención y revuelto su estomago. Los diseños de seda eran bidimensionales y prohibitivamente caros para hacer. La mezcla de algodón tendría un costo más razonable aparte de tres dimensiones para ofrecer más. Sus derechos de autor en los diseños eran claramente la mejor inversión que había hecho. Cualquier reimprimision que saliera ahora solo sería suprimida hasta el primer año de sus propios diseños.

 

Charlie se había movido hacia el último bosquejo para mirar sus características. El diseño era muy diferente a los otros dos, e hizo una mueca de confusión.

 

Sandy movió su mano para cubrir un lado del croquis, mostrándole un dibujo de dos dimensiones que era el diseño del piso con el que había empezado. Al retirar su mano lentamente se podía empezar a ver la tercera dimensión y un cuarto diseño que revestía los otros colores. Leves efectos de sombras hacían clara la causa de los revestimientos, a medida que las 3 dimensiones que estaban por debajo se convertían en el foco del atrevido diseño. Las cejas de Charlie se arquearon en curiosidad y asombro.

 

—¿Que fue lo que te hizo pensar en eso? —Sandy sintió que se ruborizaba; sabía muy bien que jamás podría revelar a nadie ese episodio.

 

—De casualidad me tropecé con él mientras trabajaba en otros diseños —volteó su rostro un poco para calmar el rubor de las memorias. No le podría decir que se había tropezado de verdad y tirado café sobre toda la mesa, causando que el diseño, todavía húmedo, se saturara con sombras que no habían sido pensadas para él.

 

Charlie miró fijamente cómo se ruborizaba y estrechó los ojos inquisitivamente. Sacudiendo la cabeza llevó su taza hacia la mesa y sacó una silla.

 

—Pues exceptuando la inevitable discusión de salario, de derechos a futuro trabajo, y los beneficios, junto con 25% de comisión, yo diría que estás contratada.

 

Sandy cayó sobre la silla más cercana totalmente atónita. ¿Como podría dejar de aceptar esta maravillosa oferta? La comisión normal era 15%. Esperaba que sólo le ofrecieran 12% y tener que trabajar duro para subir. Apenas hacía un semestre que se había graduado. No tenía experiencia ni historia laboral… Estaba pasmada.

 

Charlie sorbía su té mirando palidecer la cara de Sandy.

 

—¿Hay algo mal con mi oferta? —Sandy levantó la mirada para ver a Charlie sonriendo. Sacudiendo la cabeza sintió escapar un gruñido de frustración. ¡No podía trabajar con esa mujer! Lo único que podía ver era a Charlie acostada sobre una cama enorme pidiéndole que se acercara. El gruñido, así como el pequeño “mierda” que se le escapó al mirar de nuevo sus diseños, captaron la atención de Charlie. Frunciendo el ceño bajó su taza.

 

—Esa parece ser una de tus expresiones favoritas. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? —Sandy miró dentro los ojos café oscuro que la miraban y sintió el mundo volverse silencio. Su atracción debió ser obvia mientras miraba una calma repentina cubrir el rostro de Charlie. Por primera vez desde que se conocieron Sandy notó algo de rubor profundizando el bronceado de su piel. Suavemente manoseó su arete y miró hacia la taza vacía sobre la mesa. Un aumento errático en su pulso se hizo visible en su cuello. Sandy observó todo esto con gran diversión.

 

—¿No pensé que serias tan generosa con tu oferta después de haber coqueteado contigo en el elevador? —Sandy murmuró, sinceramente, suspirando en exasperación. Charlie miró hacia arriba sonriendo.

 

—¡Normalmente no coqueteo tan abiertamente. ¡Pero no pude resistir tú… encanto! Vaciló, escogiendo una palabra que Sandy jamás hubiera usado para sí misma. Gruñó, sonriendo.

 

—¿Ah, eso es lo que era? Yo pensé que sólo estaba siendo el desordenado e indefenso desastre que soy habitualmente ¾contestó Sandy arqueando las cejas jocosamente.

 

Inclinando su cabeza un poco Charlie miró hacia atrás. Su rostro adquirió una expresión pensativa. Sandy notó que la pequeña palpitación aumentaba su tempo. Sus ojos se entrecerraron escondiendo sus pensamientos.

 

—Sí tienes algo de encanto. Pero no tiene nada que ver con tus acciones —Sandy sintió algo agitarse en su ingle al ver un brillo en los ojos de Charlie que parecía ardor.

 

—¡Deja de hacer eso! ¡O me voy a olvidar de esta oferta y te besaré! —gruñó Sandy totalmente frustrada. Se paró para correr una mano por su cabello impacientemente. Esta cosa de dar ojo por ojo la estaba volviendo loca

 

Al mirar a Charlie, no estaba preparada para la tan descarada mirada de “desearía que lo hicieras” que Charlie le estaba dando. Se mordió el labio, deteniendo sus pensamientos. Un momento después, Charlie bajó la mirada. Esa respuesta instantánea que no había ocultado, rompió la última barrera de Sandy.

 

—¿Eres soltera? —preguntó Sandy, parada inmóvil solo a unos metros de la silla que Charlie ocupaba.

 

—¡Si! ¾Charlie comentó, mirando curiosamente la expresión en blanco de Sandy.

 

Los ojos de Sandy brillaron mientras avanzaba unos pasos hacia la silla.

 

—¡Qué bien porque no querría sentirme mal después de hacer esto!

 

Se inclinó sobre la silla y se acercó para atrapar los labios de Charlie contra los suyos. Charlie no se movió por un momento, hasta que Sandy deslizó su lengua para acariciar sus labios. Con un pequeño gemido en su garganta Charlie abrió la boca para admitir a Sandy.

 

Sus lenguas se deslizaron una contra otra, probando la humedad y calor. Sandy deslizó su mano entre el cabello oscuro y acercó a Charlie tirando de él. Charlie gruñó de nuevo mientras Sandy profundizaba el beso. Sabía a azúcar y calor. Gimió con urgente necesidad.

 

Terminando el beso Sandy soltó a Charlie y dio unos pasos hacia atrás suspirando profundamente. Había empleado una fuerza de voluntad muy grande, que no sabia que tenía. Charlie se veía sin aliento y medio desquilibrada. Su cabello, siempre bien compuesto, aún permanecía hermoso pero un poco desordenado. Sandy todavía podía saborear el sabor de su labial. Se estremeció con deseo no satisfecho. Mirando a todos lados menos a Charlie, respiró profundamente varias veces y pensó en climas helados.

 

Charlie se quedó quieta por unos momentos y luego se paró. Sandy dio unos pasos hacia atrás para darle espacio y no acercarse más.

 

—¡No te muevas! —Charlie dijo roncamente. Sus ojos estaban entrecerrados y sensuales. Sandy la miró volverse y dirigirse hacia la puerta. Al alcanzarla se detuvo y rápidamente la cerró con llave. Volteándose de nuevo hacia Sandy caminó hacia ella y sacudió la cabeza. Estaba parada a menos de un metro y Sandy no podía apartar sus ojos de esos labios.

 

—Esto no es lo mas lúcido que he hecho en mi vida pero a quién le importa —dijo moviéndose más cerca del cuerpo de Sandy. Sus labios tomaron los de ella en un apasionado y meticuloso beso que fue mucho más satisfactorio para ambas. Se acercaron y apretaron más a medida que el calor aumentaba. El pequeño jadeo de placer, que escapó de Charlie al sentir a Sandy mordisquear su cuello, fue intoxicante. Su lengua húmeda mojó la superficie de la tersa piel al moverse más abajo. Encontrándose con la chaqueta, la corrió con impaciencia. Sus ojos echaban llamas sobre la mujer que tenía en sus manos y sintió un momento de profunda excitación.

 

—No puedo parar si tú no me ayudas —susurró, peligrosamente cerca de jalar a las dos hacia el piso para probar la alfombra del cuarto de conferencias. Charlie dejó escapar un gemido de negación. Sandy deslizó su mano bajo la aún abrochada chaqueta y tomó un seno cálido, a través el material sedoso. Charlie se estremeció. Cerrando los ojos se reclinó contra Sandy, deleitándose en las sensaciones.

 

Sandy hizo correr su pulgar sobre el endurecido pezón que se sentía a través del sostén y blusa. Siseando en su propio deseo trató de rogarle una vez más.

 

¾¿Charlie? ¾murmuró contra la piel cremosa del cuello de Charlie. Charlie apretó las mandíbulas y refunfuñó la única palabra en la que pudo pensar:

 

¾¡Mierda!

 

Alejó a Sandy tomándola fuertemente de la chaqueta que vestía. Conteniéndola de estar demasiado cerca, tampoco quería que estuviera demasiado lejos. Ambas intentaron controlar su deseo. La intensa mirada que Charlie dio a Sandy hizo que ésta cerrara los ojos y tragara saliva.

 

¾¡No es una buena idea en absoluto! ¾masculló Charlie con ojos aún llenos de necesidad. Sandy lucía tan deseable con sus cabellos rubios rizados apuntando en todas direcciones y la tensión visible en su cuerpo.

 

Sandy retrocedió alejándose de la cercanía de Charlie. Deseaba tanto a esa mujer que apenas podía respirar.

 

¾Nunca estuve… ¾Sandy comenzó a explicar sus acciones, pero en lugar de hacerlo sacudió la cabeza. No sabía cómo, dónde o por qué explicar lo que acababa de ocurrir. ¡Esa entrevista seguramente era para registrar! Sin mencionar la reacción y respuesta de Charlie. ¡Por el amor de Dios, la maldita puerta estaba trancada!

 

Charlie se movió lentamente, pero de todas maneras Sandy se sobresaltó. Se miraron cuidadosamente la una a la otra. Finalmente, Charlie encontró su voz.

 

¾Entonces, supongo que esto explica la vacilación en trabajar para mí ¿no? ¾comentó secamente. Sandy la miró con deseo todavía resplandeciendo brillante en sus ojos.

 

¾¡Sí! ¾dijo sonando mucho más calmada de lo que se sentía. Charlie sonrió y miró hacia abajo.

 

¾Bueno, tengo algunas noticias para que consideres. No estoy para simplemente dejarte salir por esa puerta ¾hizo una pausa y miró hacia arriba, atrapando los ojos de Sandy con los suyos¾. Para empezar, eres una artista condenadamente buena. En estos días es muy difícil encontrar ideas frescas y visión de lo que querrá el mercado en el futuro. Con experiencia o no, en la próxima entrevista a la que vayas te contratarán en un segundo luego de ver las impresiones que has desarrollado ¾indicó vagamente con la mano los dibujos que las rodeaban. Sandy tragó saliva, asintiendo con la cabeza.

 

¾Segundo, ¡nunca jamás me habían besado así! ¾la voz de Charlie tomó un tono ronco que hizo que Sandy se sonrojara de calor¾. Así que… ¿Cómo podríamos posiblemente hacer para combinar los dos asuntos? ¾sonrió a Sandy intentando hacer que su humor se aligerara un poco. Sandy frunció el ceño con incertidumbre.

 

¾Nunca dejé que mi vida personal se interpusiera entre mi trabajo y yo, así que tendremos que llegar a un compromiso ¾Charlie se acercó unos pasos y Sandy finalmente cayó en cuenta de que Charlie tenía algún tipo de idea de cómo podrían trabajar juntas y más. No especuló mucho con el “más” pero se dio cuenta de que tenía que haber alguna respuesta o Charlie no se vería tan calmada. Cuidadosamente se acercó unos pocos pasos, hasta quedar ambas paradas al alcance de la mano.

 

Sandy sintió la risa comenzar a burbujear más cerca de la superficie cuando el rostro de Charlie se tornó sarcásticamente malvado con el plan que estaba esbozando.

 

¾No sé si correr de pánico o aguantar la tormenta. Estás diseñando algún tipo de esquema que va a traer problemas ¾Charlie concordó con ella inclinando su cabeza hacia un lado y elevando ambas cejas inocentemente.

 

¾¿Dónde tienes tu equipo de impresión? ¾preguntó de golpe, frunciendo el entrecejo. Sandy se sorprendió y sacudió la cabeza.

 

¾En mi apartamento. ¿Por qué? La sonrisa de Charlie regresó instantáneamente.

 

¾¿Qué te parece un contrato con la misma comisión pero trabajando en tu casa? Nosotros te enviaríamos los trabajos por internet y tú enviarías los dibujos por mensajería. Por supuesto yo tendría que visitar ocasionalmente para comprobar el estado de los… casos más urgentes ¾dijo sonriendo como un demonio. Sandy estaba comprendiendo rápidamente. Moviendo la cabeza hacia arriba y abajo de entusiasmo, deseaba que la primera visita no tardara demasiado en llegar. ¿Había hecho la cama esa mañana?

 

Charlie se dio vuelta y tomó a Sandy de una mano, llevándola con ella.

 

¾¡Vamos! Tengo que ver ese modelo de impresora ¾Sandy sintió que le subía el rubor y retrocedió cuando se acercaban a la puerta. Charlie se dio vuelta mirándola con sorpresa.

 

¾¿Todavía tienes ese espejo compacto chiquito? ¾preguntó Sandy con vergüenza. Charlie rió con fuerza y sacó el espejo del bolsillo de su chaqueta.

 

Dejaron una nota para Alice, tomaron el BMW de Charlie y fueron al apartamento, pequeño pero original de Sandy, situado en un cuadruplex en la zona residencial. Sandy dirigió el camino hacia la puerta y la abrió dejando que Charlie entrara primero. Charlie cruzó el vestíbulo y bajó hacia un área de estudio. Giró examinando cada recoveco.

 

¾¡Oh, Sandy! Es muy bonito ¾dijo el nombre de Sandy como si lo estuviera haciendo desde hacía años. Sandy sintió que un sentimiento cálido y delicioso se esparcía a través de ella. El sentimiento cálido se tornó en deseo instantáneo cuando Charlie se volvió a mirarla y comenzó a quitarse la chaqueta. La mirada de deseo en su rostro fue lo único que Sandy notó hasta que el último botón fue desabrochado. Sacudiendo los hombros para quitarse el blazer, Charlie quedó con una blusa de seda y pantalones náuticos. Pateó sus tacos hacia un lado del pequeño sofá y tiró el blazer encima de él.

 

Sandy miraba con creciente deseo mientras Charlie tomaba el borde de su blusa y se la quitaba por encima de la cabeza de un tirón. Parada en pantalones y un sostén blanco de encaje era el cuerpo más sexy que Sandy jamás había visto. Lucía bellísima. Su estómago era plano, su abdomen fuerte y sus pechos se veían firmes. Charlie inclinó su cabeza hacia un lado y esperó por algo. Sandy se quitó su propia chaqueta y tiró de su camisa para sacarla de sus pantalones. Parecía que los botones no querían desprenderse, y que había demasiados. Largos y afilados dedos, capaces de manejar las complicaciones de desabrochar una camisa, de repente cubrieron sus manos. Sandy miró hacia arriba para observar la cabeza de Charlie, inclinada hacia delante mientras desabotonaba un botón tras otro.

 

Una mirada de puro placer cubrió la cara de Charlie cuando lentamente deslizó la envoltura fuera del cuerpo de Sandy, dejándola caer al piso. Sandy usaba un brassiere transparente debajo de sus camisas de algodón para mantener feliz a su lado femenino. Sintió un temblor golpear de un lado a otro de su cuerpo mientras Charlie hacía correr un dedo sobre el borde superior de encaje del brassiere.

 

¾¿Dónde está tu dormitorio? ¾gimió Charlie mientras Sandy devolvía el movimiento. Sandy tomó la mano de Charlie en la de ella y se dirigió hacia otra habitación cerca de allí. Comenzaron a besarse en el momento en que la puerta se abrió.

 

Caer sobre la cama fue casi un requisito cuando sintieron entrar en erupción el volcán de su pasión.

 

Sandy dirigió una mano hacia abajo para desabrochar los pantalones de Charlie y ayudar a quitárselos. Charlie hizo lo mismo por Sandy. El frágil balance de compartir se volvió unilateral cuando Charlie dio la vuelta a Sandy y se acostó encima de ella.

 

Aferró las manos de Sandy y las mantuvo sujetas por encima de su cabeza con una de las suyas. Sandy sintió que la mano libre de Charlie desprendía el sosten que todavía usaba y arqueó su torso con excitación cuando Charlie sostuvo uno de sus pechos en su palma. Charlie se deslizó hacia abajo recorriendo la línea de la mandíbula de Sandy con besos y suaves mordidas. Continuó acariciando un seno con la mano mientras su boca se dirigió hacia el otro. Bañando el pezón con su lengua, lo cubrió y succionó gentilmente. Sandy se quedó sin aliento ante la sensación. Al mismo tiempo, Charlie pellizcó levemente el otro pezón con sus dedos. Un fuego hizo erupción dentro de Sandy y presionó hacia arriba. Charlie cambió su mano y boca de pecho y repitió el efecto mientras Sandy gemía.

 

Liberando las manos de Sandy, besó y se movió hacia abajo, dejando un rastro hacia la parte central del deseo que ella poseía. Se hizo cargo de la molestia de quitarle las panties mientras separaba sus labios mayores para recorrer el interior con la lengua. Sandy juntó sus manos en el pelo de Charlie y permaneció acostada y tensa, intentando no explotar.

 

El movimiento lento de la lengua que usaba para saborear y explorar la humedad de Sandy, rodeaba y golpeteaba sobre su centro continuamente. Ésta gemía un poco más fuerte cada vez que esa lengua tocaba y golpeteaba su botón. Labios que todo lo consumían, lenta y persistentemente se volvían exigentes. Succionaban; un calor húmedo y un ritmo pulsante comenzó a bailar urgiendo a Sandy a dejarse llevar. Presionó sus caderas hacia arriba y separó más sus piernas para sentir el propio centro de su núcleo sexual que Charlie reclamaba. Sintió que sus gemidos se hacían más fuertes pero no podía controlar el volumen.

 

Sacudía su cabeza de un lado a otro mientras Charlie aferraba sus caderas y la levantaba para acercarla. Extendió una mano para rogar que las sensaciones continuaran para siempre pero su cuerpo no pudo soportarlo. Alcanzó un pináculo que la envió en caída al otro lado. La ráfaga de exquisito placer pasó recorriendo su cuerpo en oleadas mientras sus músculos se contraían una y otra vez. Regresó de las alturas para encontrar a Charlie acostada sobre ella y mirando su rostro. Cuando las sensaciones se evaporaron, Charlie comenzó a mover su región pélvica contra la de Sandy. Una ola emergente volvió a golpearla. Se aferró con fuerza a la figura sobre ella y la mantuvo cerca.

 

Empezaron a moverse lentamente. Sus cuerpos seguían el ritmo como uno. Charlie gimió en su oído cuando el tempo y la presión aumentaron. Apretándola más fuerte, Sandy envolvió la parte baja de su cuerpo con sus piernas. Como la dolorosa necesidad de su propio cuerpo ya había sido satisfecha, dejó que Charlie marcara el ritmo que quería. Los ojos de Charlie estaban cerrados, su rostro concentrado en una misión. Contorneó e hizo girar su cuerpo contra la ingle de Sandy para alcanzar un clímax. Su cuerpo se tensó una vez, luego comenzó a moverse de nuevo rápidamente.

 

Después, Sandy vio cómo Charlie abría los ojos yaciendo entre sus brazos. Sonrieron ampliamente y lentamente se tocaron la una a la otra para comprobar que era real. La mirada lasciva que Charlie dio a Sandy no estaba nublada con ninguna duda. Sandy le devolvió su propia mirada de satisfacción sin necesidad de palabras.

 

¾Voy a tener que venir mucho de visita, ¿no crees? ¾preguntó Charlie trazando la mejilla de Sandy con un dedo. Sandy sonrió y se acercó. ¡Deseaba que tuvieran que hacer horas extras!

 

Fin

 

(*) Gay-dar:



JLNicky's Scrolls
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