Parte 11
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La mañana siguiente, Bárbara salió al aeropuerto después que Aiko y Dinah se fueran a clases, se despidió de ambas, recordándoles que tuvieran mucho cuidado y que cualquier cosa no dudarán en hablarles a su celular.
Tomó un taxi al aeropuerto, no queriendo que nadie se diera cuenta de su verdadero destino, como llevaba casi nada de equipaje y la aerolínea le proporcionaba una silla auxiliar para moverse, a las 10 en punto, estaba abordó del avión que la llevaría a Helena y su destino.
Una sensación de anticipación y miedo la invadía, que diría Helena cuando la viera, ¿le cerraría la puerta en la cara? ¿Acaso no querría hablar?, Dios, Bárbara deja de pensar lo peor, todo saldrá bien, para bien o para mal, pero bien. Hay una verdad oculta entre las dos y ya es tiempo de que salga a la luz. Ella sabía su verdad, pero cual era la verdad de Helena.
Llevaba un par de libros en su mochila aparte de su lap top, sin embargo prefería leer un poco antes de prender la computadora personal, tomando en cuenta que el viaje era de casi 7 horas contando el aterrizaje y desembarco si las cosas iban bien y no había demasiado tráfico en el aeropuerto de San Francisco. Sin embargo, cuando leyó por enésima ocasión la misma página y seguía sin tener idea de lo que decía se dio por vencida, estaba demasiado nerviosa como para concentrarse en la lectura, de hecho su mente no dejaba de dar vueltas, las palabras de Dinah la hacían imaginarse mil y un escenarios posibles.
Sin dejar de mirar por la ventana, con la mirada perdida en el cielo que surcaban, Bárbara Gordon, Oracle y ex Batgirl se sentía todo menos la mujer segura de si misma y en perfecto control de sus emociones que todo mundo conocía, una de las razones por las cuales nunca se había permitido sucumbir a emociones mundanas como el amor era porque detestaba perder el control de si misma, toda su vida había sido a base de ello, al haber crecido los primeros años de su vida con un padre alcohólico y abusivo con su familia no le había permitido desde esa temprana edad darse el lujo de perder el control sobre ellas, había aprendido de manera dolorosa a manos de los castigos de su padre que llorar y permitirse sentir era algo que solo causaba problemas y dolor.
No fue hasta que su padre y su madre por ir con el al morir en un accidente automovilístico, que Bárbara conoció a manos de Jim Gordon y su esposa Bárbara lo que era vivir en un hogar lleno de amor, cariño y respeto. Sin embargo las lecciones duramente aprendidas a manos de sus padres biológicos ya estaban bien arraigadas en su mente y el hecho de que Jim fuera el comisionado de la policía la expuso a otro tipo de stress que pronto la atrajo más que repeler.
Tenía tan sólo 16 años cuando su admiración la llevo a asistir a un baile de gala difrazada como BatGirl, fue asi también la forma de captar la atención de Batman, sin saberlo entonces al impedir el secuestro de Bruce Wayne; deseosa de hacer algo más para ayudar a su padre adoptivo, busco a Batman para que la entrenara como vigilante de New Gotham, sus habilidades como gimnasta fueron sin duda un gran apoyo para lograr que un reticente Batman aceptará con reservas entrenarla. Si no fuera por Dick, entonces conocido como Robin, que la ayudó a entrenar día con día, quizá no hubiera logrado que Batman la tomará en serio, así que pronto inmersa en ese mundo el control férreo sobre sus emociones ya no era opcional, era una necesidad para sobrevivir, las cosas que veía y enfrentaba día con día no eran un juego, cualquier distracción podía costarle la vida.
El tener que balancear su vida como Bárbara Gordon y su vida como Batgirl cobraron su precio, la niña reservada y estudiosa se convirtió en la mujer atlética y perfeccionista que todos conocían, su mente eidética y su alto coeficiente intelectual sin duda sirvieron para que su vida como Bárbara Gordon fuera más fácil, al menos no tenía que lidiar con los problemas cotidianos de estudiar concienzudamente para pasar sus clases y obtener los títulos que ostentaba, de hecho fue sin duda esa condición de genio que le permitió darse el lujo de excusarse detrás de sus estudios para justificar su poca vida social, no fue sino hasta que conoció a Selina Kyle y su dinamo de hija Helena que empezó a hacer una vida un poco más acorde a su edad.
El que Selina le pidiera en ocasiones que cuidará a su hija la tomó al principio por sorpresa, la primera vez que la vio recogiendo a Helena de las clases de gimnasia sólo necesito un par de segundos para reconocerla. Selina Kyle no era otra que la otrora Catwoman, se había enfrentado con ella varias veces como para no reconocer sus ojos en cuanto los vio. Selina le sonrió enigmática y se volvió para recibir con los brazos abiertos a su hija, quien corrió a abrazar a su madre. Selina no podía ir todos los días por ella por cuestiones de trabajo, cuando no podía enviaba a su asistente, quien la llevaba a la galería a esperar por su madre. Nunca ni en sus más locos sueños Bárbara hubiera podido adivinar el secreto que horas después en la Baticueva, Batman le confesará.
Cuando Bárbara había entrado en la guarida, lo primero que hizo fue correr un informe sobre Selina Kyle, tratando de averiguar sus negocios sucios y mandarla tras las rejas de una vez por todas, sin embargo en el momento en que Bruce vio lo que estaba haciendo le pregunto la razón.
Bárbara no perdió tiempo en decirle lo que había ocurrido esa tarde en el gimnasio luego de las clases de gimnasia artística. Le contó con lujos de detalle lo que había visto y que Selina Kyle estaba en New Gotham, con su hija. Bárbara nunca lo había visto a Bruce perder el control de sus emociones, pero por 10 largos segundos vio la máscara de su mentor derrumbarse frente a sí. Bruce Wayne palideció y al oír hija se echo para atrás como si hubiera recibido un golpe.
Bruce vio a Bárbara como si de repente le hubieran salido cuernos y cola. Parpadeo varias veces y trato de decir algo, por fin, la voz le salió ronca, como si le estuviera costando trabajo hablar.
— ¿Cuántos años tiene su hija? —se cruzó de brazos inescrutable como siempre.
—Helena, es un gatito indomable—dijo Bárbara con cariño, el que su madre fuera una ladrona no era razón para no apreciar a la hija—tiene 12 años y es un dinamo, esta llena de energía y siempre se esta metiendo en problemas —ante la mirada alarmada de Bruce se apresuró a aclarar—no malos, es muy activa, hiperactiva diría yo y además es temeraria, no le tiene miedo a nada. Muy intrépida para una niña de su edad.
Bruce asintió y se quedó en silencio por un momento antes de hablar gravemente, mirando a Bárbara serio.
—No sigas buscando nada en contra de Selina Kyle, hace 13 años que se retiró, y cualquier cosa que se haya robado se de buena fuente que regreso sus últimos robos, Catwoman no robaba por necesidad, ni por maldad siquiera, lo hacía por el reto. Es amante del arte y odiaba ver obras de arte escondidas en colecciones privadas y mal habidas.
— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Bárbara dudosa.
—Lo sé Bárbara, confía en mí. Si acaso me equivocó y si hay algún robo en la ciudad con su marca, entonces te pediré disculpas y te ayudaré incluso a arrestarla, pero te lo puedo garantizar, no será el caso—dijo tajante y se dio la media vuelta.
Bárbara no estuvo del todo convencida, pero debía admitir que en casi 13 años nunca se había vuelto a escuchar de Catwoman en la ciudad, de hecho de ningún robo de arte que se le pudiera adjudicar a ella. Es más, si hacían cuentas, era el mismo tiempo que tenía Helena de vida si se contaba con los 9 meses de su concepción. Al parecer Selina Kyle había dejado su antigua vida a favor de criar a su hija Helena. Sabía, pues la niña se lo confiara, que tenían poco tiempo en realidad en los Estados Unidos, específicamente New Gotham, antes habían vivido en París, principalmente aunque Helena viajó desde niña por toda Europa, no solo hablaba francés perfectamente, después de todo era su idioma natal, sino también entendía alemán por su escuela anterior.
Poco tiempo después, Bárbara hizo otro descubrimiento que la dejo estupefacta, un día mientras le daba clases a las niñas, entre las cuales estaba Helena, esta la vio con una expresión en particular que la dejo sin aliento, era una expresión que ella conocía muy bien pues había sido recipiente de esa misma mirada de impaciente ironía muchas ocasiones. El dueño de esa expresión no era otro que Bruce Wayne, su mentor, Batman.
Tener memoria eidética a veces podía ser un problema ético. Además sabía, aunque nunca había demostrado hacerlo, que Bruce solía asistir a las clases y esconderse en el segundo piso del gimnasio y observar a la pequeña Helena mientras hacía sus rutinas, eso no había tenido sentido hasta ahora.
Esa misma noche, Bárbara aprovechando que Dick tenía que estudiar para sus exámenes y que estaban solo patrullando ella y Bruce le espeto sin rodeos la verdad que descubriera.
—Es tu hija ¿no es así? tuya y de Selina.
Bruce pareció tomado por sorpresa, Bárbara vio las emociones pasar por sus ojos azules, ojos que ahora sabía eran los mismos que los de Helena. Una vez más entendía porque se sentía tan atraída y sobre protectora de la niña. Este pareció sopesar las consecuencias de negarlo o aceptarlo frente a Bárbara, pero al final debió decidir que no tenía caso negarlo. Ella lo había descubierto.
—Sí—dijo con finalidad—es mi hija.
—Pero como Batman, no entiendo. No entiendo que permitas que tu hija crezca sin su padre—lo acusó, siempre tuvo a Bruce Wayne en alta estima, estaba orgullosa de el y su sentido del honor, y no podía entender como era posible que Helena creciera creyendo que su padre estaba muerto o que la había dejado.
—No lo sabía—confesó con dolor Batman, un dolor profundo que Bárbara nunca antes lo había visto expresar, uno que sabía que existía cuando en esas raras ocasiones el hablaba de sus padres asesinados frente a sus ojos.
—No...—jadeo Batgirl— ¿no lo sabías? —casi tartamudeo estupefacta.
—Es complicado— gruñó Batman.
— ¿Complicado? ¿Bromeas?, —exclamó Bárbara incrédula— Por Dios, Batman, ella es la antigua Catwoman, si mis cálculos son correctos fue concebida cuando aún llevaba esa ilícita doble vida.
—Lo sé—, Batman se cruzó de brazos mirando hacia la ciudad—ella y yo nos enamoramos a primera vista, claro que entonces no lo entendía. La primera vez que la vi era Catwoman, peleamos pero ella es tan ágil, y fuerte, antes de que saltara del edificio, me miró a los ojos y me sonrió. No sabía lo que era la expresión de quedarte sin aliento hasta ese día. Me quede paralizado y no la seguí, cuando desperté de mi ensimismamiento ella tenía rato de haber desaparecido. Me llevo días entender que me pasaba. Como sabes, no se lidiar muy bien con emociones tales como el amor—su voz tenía un dejo de auto burla.
Bárbara escuchaba en silencio anonadada, Bruce no era un hombre de muchas palabras y en ese momento, ella se dio cuenta, Batman, el inescrutable héroe de Gotham City estaba hablando frente así como un simple hombre. Como Bruce Wayne. Que le parecía increíble se daba por sentado. Una parte dentro de ella se percataba que quizá Bruce necesitaba decírselo a alguien, el internalizaba todo lo que sentía, siempre guardando celosamente todo lo que sentía, pensaba, sufría y al parecer el descubrir que tenía una hija lo dejó vulnerable y con el corazón abierto.
Batman hablaba con la mirada perdida, a cientos de kilómetros de ahí perdido en sus recuerdos. Batgirl no puedo hacer otra cosa que escucharlo.
—La segunda vez que nos enfrentamos, ella me beso y me quede una vez más paralizado, escuchando su risa. La atracción que sentía por ella era enloquecedora, lo atribuía a pura lujuria. Poco después conocí a Selina Kyle en un baile de beneficencia auspiciado por Wayne Industries, quede prendado de ella y la invite a salir a la hora de conocerla. Estaba confundido, seguía enfrentándome a Catwoman y seguía sintiendo esa poderosa atracción, la misma que sentía por Selina Kyle, ella descubrió mi identidad secreta mucho antes de que yo supiera la suya y ella me lo confeso. Salimos por varios meses, sabía que estaba enamorado de ella y quería casarme con Selina lo más pronto posible, una noche preparé todo, una cena romántica en el restaurante más exclusivo de la ciudad y le pedí que se casara conmigo. Me sonrió y me pidió que fuéramos a un lugar más privado a hablar.
Bárbara recordaba la sorpresa al escuchar que Bruce tuvo la intención de casarse con la madre de Helena, lo que no esperaba era la reacción de su mentor cuando le contó la verdad.
—La lleve a Wayne Tower, como sabes mantengo el penthouse para mí, para dar cenas de negocios y hospedar personajes importantes, como estaba vacío y era lo más cercano, ahí fuimos. Nunca ni en mis más locos sueños espere la confesión que escuche una vez instalados adentro con una copa de vino. Selina me miraba con una mezcla de tristeza y esperanza que me tenía intranquilo. No entendía lo que pasaba, pero dentro de mí sabía que algo iba a pasar.
Lo primero que me dijo fue, que no dudará ni por un momento que me amaba, que se había enamorado de mí desde el primer momento en que me vio. Yo me apresuré a decirle que me había pasado lo mismo. Yo, el estoico y frío Bruce Wayne balbucee emocionado que sentía lo mismo. La sonrisa que me dedico sin embargo me desconcertó, era una sonrisa enigmática, irónica. La primera vez que nos vimos querido Bruce, me dijo, fue en el techo del museo, ¿recuerdas?
Bruce dejo escapar una risa cruda, llena de desolación.
— ¿Tienes idea de lo que sentí en ese momento? Me puse de pie de inmediato y me aleje de ella mirándola incrédulo, sabía de que noche hablaba, no podía creerlo, no podía entenderlo, sentí un frió gélido recorrer mi cuerpo, acaso ella solo buscaba burlarse de mí, ¿era mi enemiga?
Selina se apresuró a hablar. A explicarme, a decirme todo lo que era y porque lo hacía.
—Nunca espere enamorarme, Bruce, mucho menos saber que eras Batman, pero tus ojos, tus hermosos ojos me revelaron tu identidad, mi primer instinto fue alejarme de ti, era lo mejor para ambos, pero mi amor por ti pudo más que cualquier duda y razones. Si después de escucharme, puedes perdonarme y entender Bruce. Quiero que sepas que estoy dispuesta a casarme contigo con una condición.
— ¿Cuál? Que no te entregue a la policía. Debes entender quien soy yo, la justicia es ante todo. —le respondí con voz dura aunque dentro de mí sabía que nunca podría entregarla, la amaba demasiado.
—Si quieres hacerlo no te detendré Bruce, se lo importante que es para ti ser recto y honorable. —Dijo Selina con voz seria y triste—Sin embargo, esa no es mi condición, yo estoy dispuesta a dejar de ser Catwoman, pero tú tienes que renunciar a ser Batman. Entiende, pero si alguien descubre como yo, tu verdadera identidad; Si acaso llegáramos a tener una familia ellos no perderían oportunidad para lastimarla. O usarnos en tu contra. Y no puedo arriesgarme a eso. No quiero perderte ni quiero que por nuestra culpa te lastimen.
En el momento en que me pidió que renunciará a ser Batman, supe que la había perdido, no podía, era algo imposible para mí. Ser lo que era por las noches era mi manera de honrar día a día a mis padres y hacerles justicia. Renunciar era algo impensable.
—Yo, no puedo Selina, lo siento. —Negué con la cabeza y la mire desolado.
—Dentro de mí sabía que dirías eso, Bruce querido, pero guardaba la pequeña esperanza de que nuestro amor fuera más fuerte que todo. —Se rió irónica, llena de auto burla por ser tan ingenua—Lo siento Bruce, pero que no te quepa duda, Te amo, y siempre lo haré.
Se puso de pie, me dio un beso en la mejilla y se fue. Yo me quedé ahí parado como estatua, sin poder reaccionar, sin saber que decir, no se cuanto tiempo paso. Esa noche la pase ahí hundido en una botella de whiskey. Cuando desperté al día siguiente con una tremenda jaqueca, me cambié, era ya tarde, le hablé a Alfred para dejarle saber que estaba bien y corrí a buscarla, me habían bastado unas horas sin ella en mi vida y una botella de Whiskey para darme cuenta que no podía vivir sin ella. Le pediría tiempo, que nos diéramos una oportunidad, lo que fuera antes que perderla. Pero cuando llegue a su departamento era demasiado tarde. El portero me dijo que ella se había ido y que me dejo una nota. Sólo decía un par de líneas.
Nuestras vidas son tan paralelas que nunca nada podrá hacerlas converger.
Te amo. Selina.
Esa fue la última vez que supe algo de ella, hasta ahora que tu me dijiste que estaba de regreso en New Gotham, nunca supe que ella se fue esperando una hija mía, nunca me lo dijo y ahora entiendo porque me pidió renunciar a mi identidad secreta. No paso mucho antes de que el Joker descubriera que soy Bruce Wayne en la vida real. Si no ha revelado mi identidad es porque disfruta demasiado enfrentarse a mí, hacerme padecer salvando a la ciudad de sus ataques, y luchar contra mí.
Fue mejor así, no lo sé Batgirl, no lo sé.
De tal padre, tal hija siguió cavilando Bárbara, desconocía la razón por la cual Helena se había ido sin dejar rastro, tal como lo había hecho su padre después del asesinato de su madre y de las crueles palabras de su propia hija desconociéndolo como padre, reprochándole que siendo el valiente y poderoso Batman, hubiera permitido que su madre fuera asesinada. Bruce se culpaba a si mismo, ella le pidió 17 años antes que renunciará a esa vida en pro de una futura familia. El se negó, ella sabía los peligros de amar a Bruce Wayne alias Batman y sus instintos fueron los correctos, amarlo le costo la vida.
Y el sabía que tarde o temprano alguien querría lastimar a Helena para vengarse de el, y el hecho de que el mismo Joker hubiera dejado paralítica a Bárbara fue demasiado para un hombre de por sí atormentando por el pasado. De que le había servido pensaba ser Batman y luchar contra el mal si al final todas las mujeres que el amaba sin reservas habían sido arrebatadas de el, fuera por muerte o por heridas. Cómo podía el soportar la idea de seguir viviendo, sabiendo que el era la causa de que Bárbara estuviera en silla de ruedas, no importaba que fuera la mente corroída del Joker la que hubiera causado el desenlace, de nada valía que Helena estuviera viva, el resultado era el mismo. Helena era huérfana y ella estaba en silla de ruedas porque alguien quiso vengarse de Batman, tan sencillo como eso.
Qué verdad ocultas Helena, que razón existe que te hizo alejarte de tu familia y de mí sin mirar atrás. ¿Por qué me abandonaste Hel?
Bárbara no podía dejar de pensar en esa verdad, intentaba por todos los medios buscar las respuestas pero estas la eludían, su relación con Helena siempre había estado llena de altibajos, el espíritu libre de ella aunado a su volátil temperamento nunca habían hecho fácil su convivencia, sin embargo forjaron una relación que ella creía era a prueba de todo, que equivocada estaba, pensó, nunca hubiera imaginado que Helena se iría, abandonando todo sin mirar atrás.
No entendía en donde estuvo la falla que las hizo separarse emocionalmente de esa manera. Ahora que lo pensaba, Helena empezó a distanciarse de ella desde que Wade entro en su vida, al principio lo atribuía a el recelo que su antigua protegida tenía con extraños, y lo sobre protectora que era de ella desde siempre. Quizá creyó que al estar el en sus vidas, su vida en familia cambiaría, que sus prioridades se verían afectadas, no sabía, pero siendo la única constante en la vida de Helena, quizá la habían hecho sentirse olvidada o relegada. A ella no le gustaban los cambios, y el que ella se fuera a casar con Wade era uno que al parecer no veía con buenos ojos.
Una idea de repente le vino a la mente, abrió los ojos al recordar exactamente las últimas palabras que ella y Helena intercambiaron antes de que esta saliera corriendo de su habitación. Helena le había gritado que si no hacía ella el trabajo quien lo haría, le había preguntado si acaso Wade sería comprensivo con su doble vida, si la esperaría paciente cada noche a que terminará su deber como vigilante, como Oracle. Ella le había respondido que Wade sabía y respetaba lo que ella era.
—Oh, Dios—gimió en voz apenas audible— ¿Qué he hecho?
Birds of prey era el orgullo de Helena, algo que considera su mayor secreto, un secreto que las unía más allá que cualquier lazo de sangre, su historia y su doble vida como vigilantes era algo que ella consideraba sagrado, algo que sólo aquellos seres especiales podían entender y aceptar. Y Helena con justa razón había dudado que Wade, el dulce y tranquilo Wade pudiera entender. Ahora ella sabía la verdad, después de mucho pensar comprendió que no sólo no podía casarse con el, puesto que no lo amaba como debía en orden de casarse con el, pero que el nunca entendería ni aceptaría al 100% lo que era ser Vigilante, las horas y atención que esa vida demandaba. El dejar cualquier cosa de lado cuando el deber llamaba sin importar hora o momento.
Bárbara entendió entonces que Helena se fue, no porque ella hubiera perdido confianza en Helena, sino al contrario, todas esas horas de entrenamiento, todos esos discursos del deber y obligación, el convencer a Helena de su vocación como vigilante y el bien que podían hacer por la ciudad y sus habitantes, todo había sido en vano si Bárbara le dio la impresión con su actitud y empecinamiento en casarse con Wade dejaría su vida como Oracle en segundo plano. ¿A quién quería engañar? Wade quería una esposa tradicional, y ella era todo menos eso.
—Si que te metiste en un lío Babs, con todo y tu altísimo IQ, lograste hacer un verdadero desastre. Dios quiera que Helena te perdone.
Agotada de tanto pensar en círculos sobre las razones de la partida de Helena y todas la veces que la dejo sola en los patrullajes con solo Dinah como respaldo, debido a que tenía citas con Wade, y comprendiendo la inutilidad de ese camino de pensamiento, Bárbara se obligo a concentrarse en el libro, aún faltaban varias horas para llegar a San Francisco, de nada valía seguir dando vueltas en la cabeza a todos los posibles escenarios, si bien era parte intrínseca de su forma de ser prepararse para cada posible eventualidad debía aceptar que en lo que concernía a Helena nada, absolutamente nada era seguro.
Cuando Bárbara escuchó al capitán anunciando el pronto descenso, Bárbara alzó la vista desconcertada, había logrado hundirse en su lectura como para olvidarse de las horas que faltaban y pronto estaría en San Francisco, Helena.
Los nervios y ansiedad volvieron como una venganza, las dudas y temores la asaltaron con salvaje intensidad, de repente no se sentía segura de lo que estaba haciendo, acaso era lo correcto, acaso debía dejar en paz a Helena y dejarla vivir su vida.
—Por Dios Gordon, estas aquí y tu nunca has huido de nada,-bueno, de nada que no fueran cuestiones del corazón- estas aquí buscando respuestas y no te irás hasta que las obtengas.
Pero el saber la razón de su presencia en San Francisco y aceptarlo eran cosas diferentes, Bárbara estaba aterrorizada de perder a Helena y esta vez para siempre. Si no aclaraban las cosas entre ellas, eso sería lo que pasaría. Si Helena no le perdonaba el haberla abandonado y su deber por Wade, ¿se atrevería Bárbara a confesarle la verdadera razón de su presencia en San Francisco?
—Ya la perdiste una vez, Bárbara. Tu silencio te han costado dos años sin ella, ¿estas dispuesta a que sea toda una vida?
La respuesta era un rotundo NO, Bárbara quería a Helena en su vida, como fuera, como amiga, como pareja en la lucha contra el crimen, no se atrevió a formular su verdadero deseo, pero la necesitaba en su vida.
Cuando por fin salió del avión y recogió su silla, un de los de servicio terrestre de la aerolínea la empujo en su silla de ruedas, Bárbara no quiso protestar debido a que no conocía el aeropuerto y prefería salir de allí lo más pronto posible, ya eran pasadas las 5 y llegaría al hotel una hora después, rentó un auto con GPS para ayudarla a navegar la ciudad. Una vez en Hertz negó la necesidad de un auto especial, explicándole a la joven que atendía las rentas que la silla de ruedas era una necesidad para cuando se cansaba, debido a que venía recuperándose de un grave accidente donde sufrió severas fracturas de cadera y piernas por lo cual usaba la silla cuando se cansaba, pero de momento estuvo sentada demasiado tiempo y eso también era contraproducente.
Gracias al GPS no le costó mucho llegar al hotel, después de estacionarlo sólo saco su mochila con la lap top y su pequeña maleta, dejando la silla en el auto, pensaba salir una hora después, se daría un baño y cambiaría de ropa antes de ir a buscar la dirección donde vivía Helena. En esos momentos no sentía esa ansiedad que se apoderó de ella en el avión.
—La calma antes de la tormenta—pensó Bárbara.
En realidad así se sentía, en calma absoluta, la resolución de ir a buscar a Helena, y las respuestas que estaban pendientes entre ellas le otorgaban esa engañosa paz, sabía que en el momento en que estuvieran frente a frente todo cambiaría. Sabía por Dinah que Helena había cambiado, ya no era la joven siempre con aire de indiferencia y llena de rabia que explotaba ante la menor provocación. Ella misma había cambiado, si bien seguía siendo la misma mujer cerebral y fría, el haber pasado dos años sin Helena y darse cuenta de lo mucho que esta significaba en su vida le otorgó un nuevo sentido de lucha, durante años siempre se había ocultado detrás de la fría racionalidad par actuar y sentir en todos los aspectos de su vida.
Y fue esa racionalidad la que le impidió ver lo que en realidad sentía por Helena, un sentimiento firmemente arraigado en su corazón y en su mente tan profundamente que ella misma se negó a aceparlo hasta que el verse privada de esa fuente incondicional de fuerza y esperanza le obligó a mirar dentro de si y encontrar las respuestas a porque se sentía que le habían arrancado el corazón cuando se fue. Estaba profundamente enamorada de Helena, no sabía en que momento sus sentimientos por esa niña que conoció cuando tenía 12 años tan solo, se tornaron más allá de la amistad y el amor fraternal.
La verdad era inequívoca amaba y necesitaba a Helena como el aire que se necesitaba para respirar, desde su partida Bárbara había vivido media vida, incluso vivir era una palabra demasiado fuerte, meramente sobrevivido.
Necesitaba a Helena, la necesitaba.
Como un mantra Bárbara repitió esas palabras de camino al departamento donde vivía Helena, como si de esa manera pudiera darse el valor que necesitaba para enfrentarla y al mismo tiempo abrir su corazón a la joven para decirle lo que sentía por ella. Bárbara estaba acostumbrada a guardar para si sus sentimientos no dejarlos salir a la superficie, siempre resguardando sus emociones, levantando murallas que escondieran lo que realmente había dentro de su corazón.
En el mundo en el que vivían diariamente no había tiempo para vacilaciones o cuestionamientos, un momento de duda podía costarle la vida a una de sus protegidas y eso era algo que no podía permitirse. Un momento de distracción emocional, la necesidad de estar con Helena después de recibir la llamada frenética de esta luego del asesinato de su madre le había costado sus piernas y ser casi asesinada, una vez más las lecciones que la vida le enseñó, permitir que las emociones reinaran tu juicio no era algo inteligente.
Durante más de la mitad de su vida protegió su corazón con esa fría racionalidad, en certezas absolutas, en acciones que garantizaran el éxito de la misión aún a costa de sus propios sentimientos, de sus necesidades y deseos. Permanecer concentrada y con los cinco sentidos en lo que había que hacer y completar.
Por años ignoró lo que su corazón le pedía a gritos, por años ahogo esa voz que susurraba en su mente que ser feliz por el simple hecho de oír la voz de Helena iba más allá de lo que ella quería aceptar o ver, que el desasosiego que la invadía cuando pasaba más de un día sin verla, no era simple preocupación. Por años controlo con mano férrea cualquier sentimiento que se atreviera a insinuar que Helena era algo más. Algo más que en realidad no se atrevía a soñar. Su discapacidad sin duda había sido determinante en esa obcecación suya de negarse a si misma lo que realmente quería.
Considerándose una mujer incompleta, con la mitad de su cuerpo insensible casi por asociación su corazón también había perdido el derecho a sentir amor, a merecerlo, como si al haber perdido la sensibilidad nadie desearía estar con ella. Wade fue algo cómodo, ahora lo aceptaba, creyó poder tener en el lo más cercano al amor que podía merecer. Sin duda era algo egoísta, se obligó a creer que lo amaba lo suficiente para casarse con el, a hacer una vida a su lado y pretender que sería suficiente. Ahora sabía que no sólo nunca sería suficiente, el tarde o temprano desearía más de lo que ella estaba dispuesta a dar e irónicamente siendo una perfeccionista como lo era ella, invariablemente hubiera sucumbido a la imperfección de esa relación, sabiendo que no era Wade lo que verdaderamente quería. Que no era el lo último que quería ver al dormir y lo primero al despertar.
Quería lo que había tenido la mitad de su vida...
A Helena Kyle.